Desde hace unas semanas
estamos trabajando en Guanentá,
una hermosa librería ubicada en un lugar bien especial:
Tabio, Cundinamarca, COLOMBIA.
La idea es promover la lectura
y la adquisición de libros
a través de actividades lúdicas.
Es un compartir bien bonito con niños y adultos.
Ayer domingo 28 de agosto de 2016 leímos
"Cuando sea mayor quiero ser Premio Nobel de Paz"
para entrar en sintonía con este momento crucial
que está atravesando el país.
Para no dejarnos arrastrar por el conflicto
vale la pena aprender a transformar.
Volver los sabores amargos dulces,
ponernos las gafitas del cambio, del amor,
para ver más allá de lo evidente.
Se nos ocurrió utilizar la forma del corazón
como punto de partida para construir otras imágenes.
Dicen por ahí que el amor es buena materia prima
para recetas irresistibles.
Yo, por mi parte, llevé tres ejemplos:
una flor (el corazón como pétalo),
una mariposa (el corazón como alas)
y un paisaje (el corazón como montaña).
Contamos con la participación de siete asistentes,
todas mujeres.
Sharon, y su madre Lady, hicieron paisajes.
La pequeña hizo un jardín de flores.
La madre incluyó otros elementos,
las montañas, una mariposa, las nubes
y los rayos del sol asomando desde una esquina.
Catalina quiso hacer una cometa.
Mientras que Gabriela, su hija,
quiso representar a su madre
y su gigante corazón.
Esta es la composición de Naira,
quien había asegurado en algún punto
que no le gustaba dibujar.
Sin embargo, en tiempo de guerra,
no solo el amor es materia prima.
También vale la pena
aprender a transformar las armas
en alguna otra cosa
que no aumente más nuestra rabia.
Yo me animé a convertir una pistola
en un pajarraco bien particular.
Zulma, madre de Naira,
convirtió dos pistolas en zapatos setenteros.
Ilona, también hija de Zulma,
ubicó de tal manera dos armas,
dando la sensación de ser
un peinado bien especial.
¿O habrá querido representar un sombrero?
Gracias a todas por sus aprendizajes.
Nos vemos en la próxima HORA DEL CUENTO.